Educación inclusiva y herramientas tecnológicas
La educación como un derecho del ser humano requiere de un sistema educativo que garantice una educación de calidad y con igualdad de condiciones para todos los estudiantes, esto mediante la asignación de recursos que favorecen el aprendizaje permanente y de la implementación de políticas para la formación inicial y continua de docentes inclusivos (Calvo, 2013). No obstante, este contexto resulta complejo, sobre todo en países latinoamericanos como el Perú, donde la mayoría de estudiantes son niños y jóvenes que proceden de hogares social, cultural y económicamente precarios (Marchesi, Blanco y Hernández, 2014).
Para garantizar el derecho a una educación inclusiva y equitativa de calidad es indispensable la intervención de los docentes (Vaillant 2009). En este sentido, es necesario que los sistemas educativos reconozcan y asuman como postura que no pueden avanzar en este aspecto sin comprender lo que cree, pueda hacer y haga el docente; puesto que, tal como lo afirma Calvo (2013), la teoría y la práctica de la inclusión educativa indican que uno de los elementos con mayor incidencia en el aprendizaje de los estudiantes se relaciona con lo que creen, pueden y están dispuestos a hacer los docentes y con las expectativas que tienen sobre los logros de sus estudiantes. Minimizar o tratar con ligereza este punto supone restringir y desviar la comprensión del problema y la búsqueda responsable de soluciones.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, por sus siglas en inglés), en su informe sobre la calidad en la enseñanza muestra una carencia de gestionar clases cada vez más diversas en términos étnicos, lingüísticos y culturales, planteando así, la necesidad de contar con docentes que atiendan a los desafíos y demandas de brindar una educación inclusiva (Vaillant, 2007).
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